La facilidad para hacer amigos no la tengo. Pero cuando hago amistad, rara vez, son esas que te dejan algo bueno en el corazón y en la vida. Esas que actúan con cierta hermandad platónica. Tengo muchas amigas a lo largo de la vida que fueron como las hojas perenne de una primavera y otras verdadero árboles prehistóricos que sobreviven a las hecatombe emocional de mi vida. De hecho son pocas, contadas con una sola mano. Disculpas si no considere el tiempo que fueron carne e uñas o culo y calzón en cortos períodos y de igual modo son especiales, pero cuando les hablo después de un lapso largo suenan casi extrañas vecinas nuevas, que cuando les pregunto algo suena como una bomba, y comienzo a fruncir el ceño imaginándome como la arreglo <sencillo; se llama comunicación> - Hey! ¿Como anda Ramón? -Shhh ya no tengo a Ramnónnn, lo dejé por dejado, siempre estaba cansado y apareció un amigo y pummm -. Otras en cambio: -Hola!¿Qué es de tu vida ? Cuentame... -Nada, aquí... Sabes que la